martes, 18 de noviembre de 2014

SEMANA 06

"AÑO DE LA PROMOCION DE LA INDUSTRIA RESPONSALE Y COMPROMISO CLIMATICO"
UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS
Facultad de Ingenieria civil
Filial la merced

             
                     PROFESOR:  Ing.Suarez Reynaldo

                     ALUMNA: Olano Malpartida Keyla Katerine

                     CICLO:      IV

                                                       CHANCHAMAYO 2014    


TIEMPO GEOLOGICO

 La historia de la Tierra abarca aproximadamente 4.600 millones de años (Ma), desde su formación a partir de la nebulosa protosolar. Ese tiempo es aproximadamente un tercio del total transcurrido desde la creación del Universo (Big Bang), la cual se estima que tuvo lugar hace 13.700 Ma.
El tiempo geológico corresponde al tiempo desde la formación de la Tierra hasta el presente. Se divide en distintos periodos sobre la base de información estratigráfica (cronología relativa) y radiométrica (cronología absoluta). Las divisiones del tiempo se definen primordialmente a partir de los principales eventos geológicos y los cambios biológicos observables en el registro fósil. Por ejemplo, la transición entre Pérmico y Triásico hace 250 Ma corresponde a un evento de extinción masiva, con la desaparición del 95% de las especies marinas y el 70% de las especies de vertebrados terrestres.
Se diferencian 4 periodos mayores o eones:
  • Eón Hadeico o Hadeano (4.567 – 3.800 Ma): La palabra Hadeico proviene de la palabra griega Hades que denominaba al inframundo, como referencia a las condiciones de calor y desorden en ese tiempo. El planeta estaba todavía en infancia, es decir afectado por frecuentes impactos violentos de asteroides y un volcanismo intensivo.
  •  Eón Arcaico o Arqueano (3.800 – 2.500 Ma): Su nombre derivado del griego significa "comienzo" en referencia a la literatura antigua que juntaba Arqueano y Hadeano. Debido al importante flujo de calor (3 veces lo actual), se considera que este período era afectado por una fuerte actividad tectónica. Agua líquida estaba presente y ocupaba cuencas oceánicas profundas.
  • Eón Proterozoico (2.500 – 542 Ma): Se caracteriza por la presencia de grandes masas continentales estables (cratones) que darán lugar a las plataformas continentales actuales. En ese eón, la Tierra sufre sus primeras glaciaciones. Se registra una gran cantidad de estromatolitos (estructura sedimentaria producida por microorganismos) y el desarrollo de abundantes organismos pluricelulares de cuerpo blando.
  • Eón Fanerozoico (542 – 0 Ma): Su nombre derivado del griego significa "vida visible", refiriéndose al tamaño y formas complejas de los organismos que surgen en esta época. Sin embargo, mucho antes de este eón ya existía vida en la Tierra. El Fanerozoico se inicia poco después de la desintegración del supercontinente Pannotia. Con el tiempo, los continentes se vuelven a agrupar en otro supercontinente, Pangea, el cual comenzó a fracturarse y disgregarse hace unos 200 Ma hasta alcanzar la situación actual de los continentes.

FOSILES
Los fósiles son los restos o despojos de plantas o animales muertos hace tiempo que no sufrieron el proceso de putrefacción y que, al cabo de muchos años, pasaron a formar parte de una corteza de la tierra.
Un fósil puede estar formado por el mismo despojo del organismo muerto, por su impresión en el sedimento, o por las marcas que dejo en vida, en tal caso son restos fósiles.
Para que la fosilización tenga efecto, es necesario un entierro rápido generalmente por sedimento hídrico. A este proceso le sigue una alteración química, en la que puede añadirse o suprimirse sustancias minerales.

Paleontología

Se llama Paleontología la ciencia que estudia los fósiles, entendiéndose por tales los restos mineralizados de animales y vegetales antiguos, o bien las impresiones o huellas que dejaron entre los sedimentos en que vivieron o fueron enterrados.
En ocasiones, la fosilización por petrificación es tan perfecta que se efectúa molécula a molécula, pudiendo conservarse la estructura íntima en el fósil y ser estudiados los tejidos al microscopio.
Otro procedimiento de fosilización es la incrustación de los seres orgánicos antiguos por las aguas meteóricas cargadas de bicarbonato cálcico o las termales que llevan consigo sílex, ópalo, etc. No deben, sin embargo, considerarse fósiles ciertas incrustaciones de seres orgánicos actuales, principalmente vegetales, que se producen rápidamente. La materia orgánica desaparece pronto quedando sólo la sustancia mineral. Así ocurre con los travertinos y tobas del lago de Bañólas y las aguas calizas del río Piedra que precipitan sobre los seres orgánicos tal cantidad de caliza que los incluye con rapidez. Les falta el carácter de antigüedad que hay que tener en cuenta en el concepto de fósil.
En cambio se llaman también fósiles, dándole mayor amplitud al concepto de esta palabra, los animales y vegetales antiguos que se han conservado en su totalidad, como los insectos y arañas englobados en el ámbar o resina de antiguas Coníferas; el rinoceronte encontrado en los depósitos de petróleo de Austria; los mamuts o elefantes lanudos conservados con su piel y su carne después de miles de años entre los hielos de Siberia; y los insectos, salamandras, ranas, que se hallan en las pizarras petrolíferas del yacimiento de azufre de Libros (Teruel), que si no nos han legado sus partes blandas, nos presentan vestigios de su constitución
Salvo los casos de animales que se conservan en su totalidad, lo frecuente es que fosilicen las partes duras, como las conchas de moluscos, caparazones de equinodermos, poliperos, huesos y dientes de vertebrados, etc., así como la madera o leño de los vegetales.
fotos fosiles
Son fósiles igualmente las huellas de paso de animales antiguos, impresiones de lluvia, rizaduras del viento y del oleaje, etc., sobre terrenos blandos, actualmente bien consolidados, que proporcionan al geólogo interesantes datos sobre los animales y vegetales de entonces, la geografía y el clima de pasadas épocas, etc. 
Un procedimiento sencillo de fosilización es la formación de moldes. Si un animal, por ejemplo un molusco, queda enterrado, los sedimentos se adaptan completamente a su forma exterior reproduciendo todos sus detalles. Cuando la roca sedimentaria se endurece, conserva el molde externo del citado animal. El barro o sedimento ha podido penetrar en la zona interna de la concha, después que las partes blandas desaparecieron por putrefacción, o bien el depósito se ha producido mediante una precipitación química. El relleno, consolidado posteriormente, constituye su molde interno
Es frecuente encontrar fósiles de vegetales en forma de moldes entre las capas carboníferas, así como también de hojas que cayeron sobre el barro, endurecido después, pero lo general es que los vegetales al fosilizarse y enriquecerse en carbono, lo hagan en masas de considerable volumen.


Fósil: en geología, término usado para describir cualquier evidencia directa de un organismo con más de 10.000 años de antigüedad.
        Un fósil puede consistir en una estructura original, por ejemplo un hueso, en el que las partes porosas han sido rellenadas con minerales, como carbonato de calcio o sílice, depositados por aguas subterráneas; este proceso protege al hueso de la acción del aire y le da un aspecto de piedra. Un fósil puede ser también una sustancia diferente, como la madera, cuyas moléculas han sido reemplazadas por materia mineral.

 
Proceso de fosilización
        El término puede ser aplicado en un sentido más amplio a cualquier residuo de carbono que permanezca con la misma forma que el organismo original, el cual habría experimentado probablemente un proceso de destilación; este es el caso de muchos fósiles de helechos. Los moldes naturales formados tras la disolución por las aguas subterráneas de las partes duras de algunos organismos también son fósiles; las cavidades resultantes se rellenan más tarde de sedimentos endurecidos que forman réplicas del original.
        Otros tipos incluyen huellas, restos intactos conservados en terrenos congelados, en lagos de asfalto y en turberas, insectos atrapados en la resina endurecida de antiguas coníferas -en la actualidad se denomina ámbar-, y excrementos fosilizados conocidos como coprolitos, que suelen contener escamas de peces y otras partes duras de animales devorados. Los estromatolitos son montículos formados por láminas de roca que contienen grandes cantidades de fósiles primitivos y los restos más antiguos de la existencia de vida en el planeta. Se consideran signos de actividad microbiana, concretamente, de sedimentos y sustancias que fueron utilizadas y transformadas por numerosos microbios.


 
Columna estratigráfica
    
Los fósiles suministran un registro del cambio evolutivo a lo largo de 3.000 millones de años en la escala de tiempos geológicos. Aunque los organismos multicelulares han podido ser abundantes en los mares que existían en el precámbrico -hace 4.600 millones de años- eran exclusivamente criaturas con cuerpos blandos, incapaces de crear fósiles. Por lo tanto, la vida precámbrica apenas ha dejado rastro. El registro fósil se enriqueció mucho más cuando aparecieron las cubiertas duras y los cuerpos con esqueleto al comienzo de la era paleozoica, hace 570 millones de años. Los geólogos del siglo XIX utilizaron esta riqueza fósil para establecer una cronología de los últimos 500 millones de años.
        
En la actualidad, se ha planteado la utilización de los fósiles estromatolitos como única prueba de una actividad biológica prehistórica. Según un informe publicado en octubre en la revista Nature, estos fósiles tienen una antigüedad de 3.500 millones de años, primera fecha que dan los geólogos para la existencia de vida en la Tierra. Según un artículo que acompaña al reciente informe, se han encontrado restos de los microbios actuales en los estromatolitos de 3.500 millones de años, demostrando así que existía vida en la Tierra hace tantos millones de años; sin embargo, el nuevo estudio considera algunas dudas sobre el hecho de que todos los estromatolitos contengan pruebas de esa vida.

                                              

                                    Fósiles marinos                                   Nematócero atrapado en el ámbar

        
Fósil guía: nombre que reciben los restos de plantas o animales prehistóricos que aportan información sobre el estrato rocoso en que se encuentran. Los fósiles guía pueden utilizarse para determinar la edad de los sedimentos que forman las rocas o el medio ambiente en el que se depositaron tales sedimentos. También se emplean para comparar o relacionar rocas expuestas en lugares distintos. Geólogos y paleontólogos los aprovechan para determinar la historia de los seres vivos y la evolución geológica de la Tierra. Se llaman también fósiles estratigráficos, fósiles índice, fósiles tipo, fósiles zonales, fósiles característicos y fósiles diagnósticos.

Información que proporcionan los fósiles guía 

        Los restos fosilizados de organismos que vivieron durante un periodo breve de tiempo geológico se pueden emplear para indicar la edad del estrato rocoso que los contiene. Así, una roca que contenga restos fósiles de arqueociátidos, que sólo vivieron durante el cámbrico (hace 570 a 500 millones de años) deben haberse depositado durante ese periodo.

        Los restos de organismos que sólo vivieron en un medio son indicadores valiosos de dicho medio. Si, por ejemplo, un coral determinado vivía sólo en mares cálidos, limpios y de poco fondo, la roca que contenga sus restos fósiles tendrá que haber estado expuesta a ese medio.
        Los fósiles guía sirven también para mostrar las relaciones que hay entre estratos rocosos situados en lugares alejados entre sí. Los estratos de caliza expuestos en distintas regiones, por ejemplo, pueden parecer idénticos. Para determinar si formaban parte de un mismo estrato o si corresponden a capas distintas e independientes, los geólogos estudian los fósiles que contienen. Por lo general, cada estrato encierra grupos peculiares de fósiles que los caracterizan. Si las dos calizas contienen los mismos fósiles guía, probablemente formaban parte de un mismo estrato y, por tanto, se formaron durante el mismo periodo.

 
Huella fosilizada

       
 Por último, algunos fósiles guía se pueden utilizar para demostrar que dos o más tipos de roca distintos se depositaron durante el mismo periodo geológico. Un lecho de pizarra y otro de arenisca pueden atribuirse al mismo periodo geológico si encierran los mismos fósiles guía.
Características de los fósiles guía 

        Los fósiles guía idóneos son los abundantes, fáciles de identificar, de vida corta y distribución amplia que se presentan en muchos tipos de rocas. La abundancia es importante, porque los fósiles deben ser fáciles de encontrar en el estrato que se está estudiando. Identificar fósiles es más sencillo si sus formas y rasgos son característicos. Idealmente deberían ser identificables tal como se encuentran, sin necesidad de preparaciones especiales de laboratorio.

        Los fósiles guía que proporcionan información más precisa sobre la edad de las rocas corresponden a grupos de organismos que evolucionaron con rapidez, se extinguieron en poco tiempo y siguieron una secuencia evolutiva conocida. La evolución y la extinción rápidas contribuyen a estrechar el periodo geológico durante el que vivieron y, por tanto, aumentan la precisión cronológica. Una secuencia evolutiva es una sucesión de formas fósiles que surgieron en el curso de la evolución del grupo. Una secuencia de este tipo bien conocida permite colocar en ella con exactitud cada uno de los ejemplares individuales y, por tanto, aumenta la precisión cronológica.

 
Cráneos de dinosaurios 
Un examen de los cráneos de un carnívoro, Allosaurus, un herbívoro, Diplodocus, y un omnívoro, Massospondylus, muestra diferencias anatómicas relacionadas directamente con el tipo de alimentación de cada dinosaurio. Los largos y aserrados dientes del Allosaurus, eran adecuados para capturar, reducir y matar a otros animales. Los finos y reducidos dientes, del Diplodocus estaban, en especial, adaptados para arrancar las hojas de las plantas. Los dientes del Massospondylus eran relativamente pequeños, bastos y multifuncionales, adecuados para comer plantas o animales.
        
Los fósiles guía ampliamente distribuidos permiten a los geólogos establecer relaciones entre rocas alejadas. Para este propósito, los mejores fósiles guía son los que tienen un área geográfica de distribución extensa, se dispersan rápidamente y son independientes del tipo de roca. Normalmente, los organismos de distribución más amplia son las especies marinas pelágicas (flotantes) o nectónicas (nadadoras) durante al menos una parte de su ciclo vital. Estos organismos cubren con frecuencia cuencas oceánicas completas y algunos son de distribución casi mundial. Se llama dispersión a la extensión de un grupo de organismos desde una zona a otra. La dispersión rápida garantiza que los fósiles guía llegaron a los distintos lugares que ocupan casi al mismo tiempo. La independencia del tipo de roca significa que el fósil se presenta en varios tipos de rocas. En general, los organismos que nadan o flotan en el agua viven sobre sedimentos muy variados. Cuando mueren, sus restos se hunden en el fondo y se conservan en diversas rocas. Por el contrario, la distribución de muchos de los organismos que habitan en el fondo está vinculada con el tipo de sedimento; en consecuencia, sus restos sólo se presentan en el tipo de sedimento en el que vivieron. 

Casi todos los grupos de fósiles presentan sólo algunos de estos atributos ideales. Los grupos abundantes y de distribución amplia estaban casi siempre muy bien adaptados y vivían durante periodos geológicos muy largos. Los de distribución más local o regional solían emigrar poco a poco, de manera que su presencia en distintas zonas puede haberse producido en épocas muy distantes. Un fósil podría corresponder al inicio de la evolución del grupo y otro ser varios millones de años más moderno y haberse formado justo antes de que el grupo se extinguiese. Los fósiles más grandes son visibles y casi siempre pueden identificarse en el propio yacimiento; pero también suelen conservarse peor y no ser muy abundantes. En cambio, los fósiles microscópicos son abundantes y están bien conservados, aunque sólo se pueden descubrir e identificar en el laboratorio. Los fósiles seleccionados como guía son los que resultan más útiles para una tarea determinada. 
 
           Trilobiotes                            Graptolites                           Amonites                            

Nummulites
        
Arqueociátidos, braquiópodos, cefalópodos, conodontos, corales, foraminíferos, graptolitos y trilobites son algunos de los organismos empleados habitualmente como fósiles guía. En general, para que un fósil sea útil como guía debe identificarse a nivel de especie. Así, el grupo de los conodontos aparece en estratos rocosos que van desde el cámbrico hasta el triásico (570 a 208 millones de años), pero la especie de conodonto Siphonodella sulcata sólo vivió entre los 360 y 355 millones de años y sirve como fósil guía para esta estrecha franja de tiempo.

Uso de los fósiles guía 

        El geólogo británico William Smith fue el primer investigador conocido en emplear el concepto de fósiles guía. Observó que los estratos rocosos no se podían identificar con certeza basándose únicamente en el tipo de roca. Al utilizar el tipo y un único grupo de fósiles presentes en todos los estratos logró identificar estratos individuales en zonas geográficas muy extensas. Smith observó también que la secuencia de fósiles aparecía siempre en el mismo orden. Esta observación se conoció como 'principio de la sucesión faunística y florística'. Smith llegó a la conclusión de que las rocas formadas durante un tiempo geológico determinado podían identificarse por su contenido fósil característico.

        Utilizando los fósiles guía y el principio de la sucesión faunística y florística, los científicos pueden establecer una cronología relativa o secuencia de acontecimientos. Pero la edad absoluta, el número exacto de años transcurridos desde la formación de un estrato rocoso, no puede calcularse únicamente a partir del registro fósil. La edad absoluta se obtiene con técnicas de datación radiométrica; éstas se basan en la lenta pero constante tasa de desintegración de determinados elementos radiactivos para establecer cuándo se ha formado una roca que contiene tales elementos. Una vez fijadas las fechas radiométricas de evolución y extinción de un fósil guía, éste puede usarse para determinar la edad de cualquier estrato rocoso en que aparezca.

 TIEMPO ABSOLUTO

El número de protones del átomo, el número atómico, determina las propiedades químicas 
del elemento. Los átomos varían desde el más simple, el hidrógeno con un sólo protón, 
hasta el nobelio, que tiene 102. De los 102 elementos de la tabla periódica, algunos emiten 
espontáneamente rayos radiactivos, los cuales son principalmente de tres clases: alfa, beta 
y gamma. Los rayos alfa son partículas equivalentes a los núcleos de helio, los rayos beta 
son haces de electrones disparados a gran velocidad y los rayos gamma son haces de 
ondas electromagnéticas con longitudes de onda del orden de 10-8 a 10-9 centímetros. 
 Vida media de un elemento. La velocidad de desintegración espontánea varía 
enormemente de un elemento a otro y se expresa por la magnitud del período de 
semidesintegración o vida media del elemento, que es el tiempo necesario para que se 
desintegre la mitad de los átomos existentes al principio. Por ejemplo, si un elemento tiene t 
años de vida media, de 8 gramos iniciales, al cabo de t años se transformarán 4 gramos en 
el otro elemento y los 4 restantes tardarán t años para generar 2 gramos más del nuevo 
elemento. El radio, uno de los descendientes del 238 U, tiene un período t de 1622 años. Si 
se parte de 8 gramos, en 1622 años habrán quedado 4 gramos; al cabo de otros 1622 años 
quedarán sólo 2 gramos, y así sucesivamente. Hasta donde los científicos han podido 
comprobar, la velocidad de desintegración no se altera por la temperatura, la presión o el 
estado de combinación química en que se encuentre el elemento, y el período de un 
elemento radiactivo se considera como una constante y es una propiedad fundamental del 
elemento. 
 Métodos de datación. Algunos elementos radiactivos como el 238 U tienen períodos 
de semidesintegración (vida media) de miles de millones de años, y, por contraste, otros 
elementos tienen períodos extraordinariamente cortos: el décimo descendiente del 238 U, el 214 Po, tiene un período de aproximadamente una millonésima de segundo. En 
consecuencia, los elementos radiactivos de vida larga son la base de los relojes geológicos.
El calor radiactivo de la tierra. Los elementos radiactivos son mucho más 
abundantes en las rocas graníticas, menos abundantes en las rocas basálticas y mucho 
menos en la peridotita. Esas tres rocas son los mejores candidatos para constituir las capas 
superior e inferior de la corteza y el manto respectivamente. Así se puede deducir que los 
elementos radiactivos que suministran calor están fuertemente concentrados cerca a la 
superficie, mientras la cantidad de elementos radiactivos en el núcleo (según modelos) .
La edad de la tierra. Para determinar la composición isotópica del plomo en 
determinado período de la historia de la Tierra, debe hallarse la composición isotópica del 
plomo en minerales como la galena, que se formaron en aquel período. El razonamiento es 
muy simple: cuando el plomo se combina para formar un mineral, es insignificante la 
probabilidad de que se añadan al mismo, torio y uranio. Por tanto se puede admitir que un 
mineral de plomo que se formó, hace 500 millones de años, por ejemplo, conserva hoy el 
fósil de la composición isotópica del plomo que existía ya en aquel tiempo. 
Comparando las composiciones isotópicas de minerales de plomo de distintas épocas, se 
observa que las cantidades de los isótopos de plomo 206, 207 y 208 son tanto mayores 
cuanto más recientes son esas épocas. Si se determina la rapidez de ese aumento, en 
principio, será posible calcular matemáticamente la edad de la Tierra. En la práctica el 
cálculo está sujeto a error puesto que en realidad se desconoce la proporción en que se 
encontraban estos isótopos en el momento del nacimiento de la Tierra. No obstante se ha 
adoptado la hipótesis de que la sustancia primitiva de nuestro globo es la misma de los 
actuales meteoritos, entre los cuales está la troilita que es un siderito con plomo y cantidades tan minúsculas de uranio y plomo, que el plomo, debido a su desintegración durante la historia del meteorito, es prácticamente despreciable. De enorme importancia es el hecho de que la edad de los lítitos o meteoritos pétreos, determinada independientemente, diera también un valor próximo a los 4500 millones de años, edad calculada de la Tierra. 
-Los Muiscas explicaban el origen del mundo y del hombre valiéndose de tres mitos 
diferentes y complementarios, que corresponden a tres etapas culturales diferentes: El 
primero es el de Chiminigagua, por ser más antiguo y aludir a la creación del Universo; 
según Fray Pedro Simón, cuando todo era oscuro y nada existía, la luz estaba metida en 
una cosa grande, llamada Chimigagua que explota, para que salga Chiminigagua mostrando 
la luz que tenia y de ella criando cosas; las primeras, unas aves negras grandes que con su 
aliento resplandeciente iluminan y aclaran todo lo demás ya creado ( este mito es un 
equivalente al Big-Bang). Los dos siguientes son el de Chibchacum y el de Bochica, que 
explican el origen lacustre de la sabana de Bogota y el del salto del Tequendama, cuando 
dice que estando la Tierra sostenida por cuatro guayacanes, resulta inundada por voluntad 
de la primera divinidad, enojada con el pueblo. Pero el buen Bochica las drena creando el 
salto del río Bogotá (la edad actual de estas, es unos 16.000 años). 

TIEMPO RELATIVO

Se determina principalmente la posición relativa de las capas sedimentarias y los fósiles 
contenidos (paleontología). 
La correlación es el método que liga la secuencia de un lugar con otro, así: 
- Estratigrafía. Se establece en las rocas sedimentarias el orden de los estratos y la 
correspondencia y carácter litológico y posición litoestratigráfica. 
- Correlación bioestratigráfica o por fósiles. Los fósiles resultan contemporáneos a los 
estratos que los contienen. Ello supone el estudio de la evolución de los seres vivos. 
- Por características físicas. Las que se observan gracias a pozos exploratorios o a 
muestras de perforaciones, en los materiales rocosos. 
Aparte de estos métodos existen otros que permiten correlacionar las rocas: tectónicos, 
paleomagnéticos, paleoclimáticos, volcánicos y arqueológicos. 
Los métodos tectónicos suponen la utilización de eventos importantes tales como los 
períodos de elevación e una montaña; estos métodos están repletos de dificultades; no 
existe una evidencia consistente que demuestre que esos procesos estuvieran 
sincronizados en toda la superficie de la tierra. 
Los métodos paleomagnéticos, basados en las inversiones periódicas del campo 
magnético de la Tierra, registradas en las rocas de los fondos oceánicos, han proporcionado 
una herramienta de gran utilidad para datar la última parte del registro estratigráfico y 
desenmarañar la historia de los movimientos relativos de los continentes. 
Los métodos paleoclimáticos se soportan en los cambios marcados en el clima, que 
acompañados frecuentemente por variaciones de altitud y latitud, aportan recursos de 
correlación; estos métodos han sido muy utilizados en el cuaternario. 
Los métodos volcánicos suponen acontecimientos por lo general repentinos de corta 
duración y amplios efectos: lavas y cenizas ocupan una sucesión regular de estratos en la 
superficie terrestre o en los fondos marinos, que pueden servir como horizonte guía.

ESCALA DEL TIEMPO GEOLÓGICO
El tiempo en geología se mide en millones de años o cron, por lo que un siglo geológicamente no es nada. En un millón de años se puede desarrollar una época glaciar, cuaternaria, para que al retirarse los hielos queden en la topografía de las montañas sus profundas huellas. En geología los acontecimientos no pueden ser estudiados olvidándose del tiempo.
Los científicos de los últimos siglos no tenían métodos para medir las edades absolutas en las rocas. Solo edades relativas (cronología) se detectaron. Estimaciones de edades absolutas por el espesor de capas y velocidad de sedimentación no llegaron a resultados satisfactorios.
Solo el método por la medición de la descomposición radioactiva de algunos isótopos (U, Rb, C) llegó a edades absolutas de la formación de rocas. Hoy sabemos qué la tierra tiene una edad de 4.750 millones de años. Se puede medir este edad por medio de isótopos radioactivos y su descomposición permanente (Datación radiométrica).
Aunque el desarrollo de las técnicas radiométricas fue el primer y principal gran progreso en el establecimiento de la escala absoluta de tiempo, se concibieron otros métodos con aplicaciones limitadas. Los más importantes fueron la dendrocronología, el análisis de varvas y las dataciones por hidratación y por termo luminiscencia.
Sin duda alguna la importancia que surge del conocimiento de la escala del tiempo geológico radica principalmente como información necesaria para saber el proceso evolutivo y los acontecimientos de la forma en que se desenvuelve la corteza terrestre, de esta forma conocer la reacciones que podría presentar un terreno frente a las grandes obras que ha de realizar el hombre además garantizar su duración y firmeza.
Las divisiones de la escala de tiempos geológicos resultante se basan, en primer lugar, en las variaciones de las formas fósiles encontradas en los estratos sucesivos. Sin embargo, los primeros 4.000 a 6.000 millones de años de la corteza terrestre están registrados en rocas que no contienen casi ningún fósil; sólo existen fósiles adecuados para correlaciones estratigráficas de los últimos 600 millones de años, desde el cámbrico inferior. Por esta razón, los científicos dividen la extensa existencia de la Tierra en dos grandes divisiones de tiempo: el precámbrico y el fanerozoico, que comienza en el cámbrico y llega a las divisiones de tiempo más recientes.
Diferencias fundamentales en los agregados fósiles del fanerozoico primitivo, medio y tardío han dado lugar a la designación de tres grandes eras: el paleozoico (vida antigua), el mesozoico (vida intermedia) y el cenozoico (vida reciente). Las principales divisiones de cada una de estas eras son los periodos geológicos, durante los cuales las rocas de los sistemas correspondientes fueron depositadas en todo el mundo. Los periodos tienen denominaciones que derivan en general de las regiones donde sus rocas características están bien expuestas; por ejemplo, el pérmico se llama así por la provincia de Perm, en Rusia. Algunos periodos, por el contrario, tienen el nombre de depósitos típicos, como el carbonífero por sus lechos de carbón, o de pueblos primitivos, como el ordovícico y el silúrico por los ordovices y los siluros de las antiguas Gran Bretaña y Gales. Los periodos terciario y cuaternario de la era cenozoica se dividen en épocas y edades, desde el paleoceno al holoceno (o tiempo más reciente). Además de estos periodos, los geólogos también usan divisiones para el tiempo de las rocas, llamados sistemas, que de forma similar se dividen en series y algunas veces en unidades aún más pequeñas llamadas fases. Véase Eón.

El descubrimiento de la radiactividad permitió a los geólogos del siglo XX idear métodos de datación nuevos, pudiendo así asignar edades absolutas, en millones de años, a las divisiones de la escala de tiempos. A continuación se expone una descripción general de estas divisiones y de las formas de vida en las que se basan. Los registros fósiles más escasos de los tiempos precámbricos, como hemos dicho, no permiten divisiones tan claras.
Período cámbrico (570 a 510 millones de años).  Una explosión de vida pobló los mares, pero la tierra firme permaneció estéril. Toda la vida animal era invertebrada, y los animales más comunes eran los artrópodos llamados trilobites (extintos en la actualidad) con miles de especies diferentes. Colisiones múltiples entre las placas de la corteza terrestre crearon el primer supercontinente, llamado Gondwana.
Periodo ordovícico (510 a 439 millones de años).  El predecesor del océano Atlántico actual empezó a contraerse mientras que los continentes de esa época se acercaban unos a otros. Los trilobites seguían siendo abundantes; importantes grupos hicieron su primera aparición, entre ellos estaban los corales, los crinoideos, los briozoos y los pelecípodos. Surgieron también peces con escudo óseo externo y sin mandíbula, que son los primeros vertebrados conocidos; sus fósiles se encuentran en lechos de antiguos estuarios de América del Norte.
Periodo silúrico (439 a 408,5 millones de años).  La vida se aventuró en tierra bajo la forma de plantas simples llamadas psilofitas, que tenían un sistema vascular para la circulación de agua, y de animales parecidos a los escorpiones, parientes de los artrópodos marinos, extintos en la actualidad, llamados euriptéridos. La cantidad y la variedad de trilobites disminuyeron, pero los mares abundaban en corales, en cefalópodos y en peces mandibulados.
Periodo devónico (408,5 a 362,5 millones de años).  Este periodo se conoce también como la edad de los peces, por la abundancia de sus fósiles entre las rocas de este periodo. Los peces se adaptaron tanto al agua dulce como al agua salada. Entre ellos había algunos con escudo óseo externo, con o sin mandíbula, tiburones primitivos (aún existe una subespecie de los tiburones de esta época) y peces óseos a partir de los cuales evolucionaron los anfibios. En las zonas de tierra, se hallaban muchos helechos gigantes.
Periodo carbonífero (362,5 a 290 millones de años).  Los trilobites estaban casi extinguidos, pero los corales, los crinoideos y los braquiópodos eran abundantes, así como todos los grupos de moluscos. Los climas húmedos y cálidos fomentaron la aparición de bosques exuberantes en los pantanales, que dieron lugar a los principales yacimientos de carbón que existen en la actualidad. Las plantas dominantes eran los licopodios con forma de árbol, los equisetos, los helechos y unas plantas extintas llamadas pteridospermas o semillas de helecho. Los anfibios se extendieron y dieron nacimiento a los reptiles, primeros vertebrados que vivían sólo en tierra. Aparecieron también insectos alados como las libélulas.
Periodo pérmico (290 a 245 millones de años).  Las zonas de tierra se unieron en un único continente llamado Pangea, y en la región que correspondía con América del Norte se formaron los Apalaches. En el hemisferio norte aparecieron plantas semejantes a las palmeras y coníferas que sustituyeron a los bosques formadores de carbón. Los cambios en el medio, resultado de la redistribución de tierra y agua, provocaron la mayor extinción de todos los tiempos. Los trilobites y muchos peces y corales desaparecieron cuando terminó el paleozoico.
Periodo triásico (245 a 208 millones de años).  El principio de la era mesozoica quedó marcado por la reaparición de Gondwana cuando Pangea se dividió en los supercontinentes del Norte (Laurasia) y del Sur (Gondwana). Las formas de vida cambiaron considerablemente en esta era, conocida como la edad de los reptiles. Aparecieron nuevas familias de pteridospermas, y las coníferas y los cicadofitos se convirtieron en los mayores grupos florales, junto a los ginkgos y a otros géneros. Surgieron reptiles, como los dinosaurios y las tortugas, además de los mamíferos.
Periodo jurásico (208 a 145,6 millones de años).  Al desplazarse Gondwana, el norte del océano Atlántico se ensanchaba y nacía el Atlántico sur. Los dinosaurios dominaban en tierra, mientras crecía el número de reptiles marinos, como los ictiosaurios y los plesiosaurios. Aparecieron los pájaros primitivos y los corales formadores de arrecifes crecían en las aguas poco profundas de las costas. Entre los artrópodos evolucionaron animales semejantes a los cangrejos y a las langostas.
Periodo cretácico (145,6 a 65 millones de años).  Los dinosaurios prosperaron y evolucionaron hacia formas más especializadas, para desaparecer de forma brusca al final de este periodo, junto a muchas otras formas de vida. Las teorías para explicar esta extinción masiva tienen en la actualidad un gran interés científico. Los cambios florales de este periodo fueron los más notables de los ocurridos en la historia terrestre. Las gimnospermas estaban extendidas, pero al final del periodo aparecieron las angiospermas (plantas con flores).
Periodo terciario (65 a 1,64 millones de años).  En el terciario se rompió el enlace de tierra entre América del Norte y Europa y, al final del periodo, se fraguó el que une América del Norte y América del Sur. Durante el cenozoico, las formas de vida de la tierra y del mar se hicieron más parecidas a las existentes en la actualidad. Se termina de formar la Patagonia y el levantamiento de la cordillera de los Andes. La hierba era más prominente, y esto provocó cambios en la dentición de los animales herbívoros. Al haber desaparecido la mayoría de los reptiles dominantes al final del cretácico, el cenozoico fue la edad de los mamíferos. De esta forma, en la época del eoceno se desarrollaron nuevos grupos de mamíferos, como ciertos animales pequeños parecidos a los caballos actuales, rinocerontes, tapires, rumiantes, ballenas y ancestros de los elefantes. En el oligoceno aparecieron miembros de las familias de los gatos y de los perros, así como algunas especies de monos. En el mioceno los marsupiales eran numerosos, y surgieron los antropoides (semejantes a los humanos). En el plioceno, los mamíferos con placenta alcanzaron su apogeo, en número y diversidad de especies, extendiéndose hasta el periodo cuaternario.
Periodo cuaternario (desde hace 1,64 millones de años hasta la actualidad).  Capas de hielo continentales intermitentes cubrieron gran parte del hemisferio norte. Los restos fósiles ponen de manifiesto que hubo muchos tipos de prehumanos primitivos en el centro y sur de África, en China y en Java, en el pleistoceno bajo y medio; pero los seres humanos modernos (Homo sapiens) no surgieron hasta el final del pleistoceno. Más tarde, en este periodo, los humanos cruzaron al Nuevo Mundo a través del estrecho de Bering. Las capas de hielo retrocedieron al final y empezó la época reciente, el holoceno. Se inició el descenso y el retroceso continental desde el estrecho de Magallanes hasta las Antillas y se formaron ríos y lagunas.


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